miércoles, 23 de febrero de 2011

Mujeres por la ciudad

Hace unos días asistí a una charla de la Universidad ORT. En ésta, 12 jóvenes ya graduados de la carrera de Comunicación, carrera que estoy cursando, nos contaron algunas de sus experiencias en el mundo laboral. Un mundo que parece ser cada vez más dinámico y cambiante, y al que tendremos que adaptarnos día a día, porque sino, podríamos quedar estancados. Debo reconocer que ese fue un tema que me asustó un poco, y que a la vez, hizo que me cuestionara muchas cosas de mi presente y mi futuro.
Pero lo que más llamó mi atención fue la presentación de una de las ex-alumnas. No recuerdo su nombre, ni a qué se dedicaba exactamente. Pero sí recuerdo una de sus historias, que quedó grabada en mi memoria y me hizo pensar en muchas cosas.
Ella nos contó sobre un proyecto en el que trabajó hace unos años. Un proyecto que sin saber bien cómo empezarlo, terminó siendo un gran éxito. Un proyecto que permitió que las personas tomaran conciencia de lo que es y lo que significa la violencia de género. Un proyecto que concientizó.

La inseguridad que existe en algunas ciudades de Latinoamérica afecta la vida de muchas mujeres. Negándoles la posibilidad de desarrollarse y disfrutar como el resto de la población, y por ende, de gozar plenamente de sus derechos. Este proyecto tuvo como objetivo encarar esa realidad.

La campaña llevó el nombre “Mujeres por la ciudad”. Se realizó en el marco del Programa Regional “Ciudades sin violencia hacia las mujeres, ciudades más seguras para todos/as”. Fue ejecutado por UNIFEM (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer), con el apoyo de AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), e implementado por la Red Mujer y Hábitat de América Latina.

Fue a través de un experimento ciudadano que se quiso poner en evidencia la realidad que viven muchas mujeres en Latinoamérica. Logrando así, que cada vez más mujeres sean conscientes de esto, y que a su vez, los gobiernos se comprometan a garantizar condiciones que eliminen los factores de peligro y violencia, y promuevan la igualdad. La estrategia de publicidad fue la instalación de grandes estructuras con forma de mujer por diversas partes de la ciudad. Días después comenzó a manifestarse cierta curiosidad por parte de la población sobre el significado de dichas figuras. Luego la curiosidad se transformó en violencia explícita, ya que muchas de ellas fueron rayadas con garabatos, otras con insultos, y otras fueron completamente destrozadas. La campaña fue realizada en 8 ciudades de Latinoamérica: Rosario, Lima, San Salvador, Talca, Guatemala, Bogotá, Medellín y Tegucigalpa.

Esto me hizo pensar. ¿Realmente somos tan ciegos como para ignorar la violencia que existe? ¿Realmente necesitamos de grandes estructuras para entender que es un problema real y que necesita una solución urgente? Creo que no. Creo que nos estamos negando a ver lo que está a simple vista. Creo que nos queda más cómodo hacer como que no existe, en vez de abrir los ojos y movernos por un compromiso de igualdad y de justicia.

Y después pensé. ¡Qué suerte que aún existan personas que quieran asumir estos compromisos! ¡Qué suerte que aún existan personas que luchan no sólo por sus intereses! ¡Qué suerte que todavía hay esperanzas para los que sufren!

Y concluí. No importa si tengo que adaptarme a las nuevas tecnologías. No importa si el mundo laboral cambia constantemente. No importa si siento que puedo quedarme estancada. No importa. Lo que realmente importa va más allá, y es más profundo. Lo que realmente importa está en cada uno, y en como lo quiera aplicar para generar cambios en una sociedad que parece tan injusta y muchas veces conformista. Lo importante está en utilizar nuestras herramientas en la construcción de un mundo mejor. Puede sonar cursi, pero es cierto.
Hoy lo vi en una campaña contra la violencia de género, y me sentí agradecida. Porque concientizó y generó cambios, pero además porque me mostró que no todo está perdido…

¡Qué suerte!

Les dejo un video que muestra como se realizó la Campaña "Mujeres por la ciudad". ¡Espero les guste!

miércoles, 16 de febrero de 2011

De amor y Desamores...

Cuando pensé en los temas para abrir este blog, barajé muchas opciones, pero hubo una que me perseguía constantemente. Me interesaba escribir sobre algo cotidiano, sobre algo que he vivido; siento que esa es la mejor manera de escribir, por lo menos para mí, plasmando en cada texto o “entrada” mis experiencias. Estas experiencias van de la mano con una infinidad de emociones, buenas y malas, pero emociones al fin. Emociones que todos hemos vivido, de eso estoy segura, emociones que nos han hecho sentir inmensamente felices y agradecidos, pero también, inmensamente tristes, muchas veces perdidos, con pocas ganas de seguir. Por eso decidí escribir sobre el amor y las relaciones de pareja. Porque todos hemos amado, porque todos nos hemos entregado alguna vez al más inmenso amor que hemos podido sentir, porque a veces ese mismo amor nos sorprendió y nos hizo creer en una vida de a dos. Pero como todos sabemos, nada es perfecto. Y cuando amamos, nos arriesgamos a sufrir y a vivir situaciones que no nos harán tan felices. La mentira, la infidelidad, la violencia, el engaño, la desconfianza, el miedo a estar solos, el miedo a no ser amados, son situaciones del diario vivir cuando hablamos de amor. ¿Vale la pena amar y entregarnos por completo a otra persona si corremos el riesgo de salir tan heridos? ¿Vale la pena arriesgarse? Yo sinceramente no lo sé, ni pretendo encontrar la respuesta. Creo que cada uno de nosotros debe buscarla, creo que cada uno debe saber hasta qué punto quiere o puede llegar, creo que cada uno debe vivirlo a su manera y como quiera.

También pienso en un futuro, y esa es la parte buena, cuando te ves empezando una vida junto a otra persona, cuando las palabras “matrimonio” e “hijos” no se ven tan lejanas. Cuando quieres apostar por un proyecto en común, un proyecto de a dos. Estos temas  también vienen incluidos cuando hablamos de amor, y son generalmente (además de los más convencionales) el gran paso que damos, si es que así lo queremos, para sellar un pacto entre los dos. En el que prometeremos ser sólo los dos, en el que nos respetaremos y nos cuidaremos y así, estaremos juntos “hasta que la muerte nos separe”. No es este el único camino para sellar ese “pacto”, porque éste va en cada uno, y la forma de hacerlo también.

No pretendo dar consejos, ni soluciones. Sólo quiero escribir mis experiencias, porque de alguna manera yo también necesito sanar mis heridas y encontrar respuestas a mis interrogantes, y creo que este camino podría ayudarme. Yo entiendo tanto como ustedes sobre el amor, no soy psicóloga, ni terapeuta, pero sí puedo asegurar que he vivido más cosas de las que desearía. De casi todas he aprendido, de otras no he podido sacar nada bueno, y de las menos, no he podido salir. Se han quedado en mi memoria como la fecha de un cumpleaños o el rostro de algún amigo, se han quedado ahí, quietas, como negándose a partir, negándome la posibilidad de olvidar.

Pero sé que amar vale la pena. Porque el amor no se planifica, ni hay agendas que lo organicen. El amor sólo se vive, con sus pros y sus contras, con sus días buenos y malos, con sol o con lluvia, pero se vive. Y el amor te revive, pero muchas veces te mata.