Hace unos días asistí a una charla de la Universidad ORT. En ésta, 12 jóvenes ya graduados de la carrera de Comunicación, carrera que estoy cursando, nos contaron algunas de sus experiencias en el mundo laboral. Un mundo que parece ser cada vez más dinámico y cambiante, y al que tendremos que adaptarnos día a día, porque sino, podríamos quedar estancados. Debo reconocer que ese fue un tema que me asustó un poco, y que a la vez, hizo que me cuestionara muchas cosas de mi presente y mi futuro.
Pero lo que más llamó mi atención fue la presentación de una de las ex-alumnas. No recuerdo su nombre, ni a qué se dedicaba exactamente. Pero sí recuerdo una de sus historias, que quedó grabada en mi memoria y me hizo pensar en muchas cosas.
Ella nos contó sobre un proyecto en el que trabajó hace unos años. Un proyecto que sin saber bien cómo empezarlo, terminó siendo un gran éxito. Un proyecto que permitió que las personas tomaran conciencia de lo que es y lo que significa la violencia de género. Un proyecto que concientizó.
La inseguridad que existe en algunas ciudades de Latinoamérica afecta la vida de muchas mujeres. Negándoles la posibilidad de desarrollarse y disfrutar como el resto de la población, y por ende, de gozar plenamente de sus derechos. Este proyecto tuvo como objetivo encarar esa realidad.
La campaña llevó el nombre “Mujeres por la ciudad”. Se realizó en el marco
Fue a través de un experimento ciudadano que se quiso poner en evidencia la realidad que viven muchas mujeres en Latinoamérica. Logrando así, que cada vez más mujeres sean conscientes de esto, y que a su vez, los gobiernos se comprometan a garantizar condiciones que eliminen los factores de peligro y violencia, y promuevan la igualdad. La estrategia de publicidad fue la instalación de grandes estructuras con forma de mujer por diversas partes de la ciudad. Días después comenzó a manifestarse cierta curiosidad por parte de la población sobre el significado de dichas figuras. Luego la curiosidad se transformó en violencia explícita, ya que muchas de ellas fueron rayadas con garabatos, otras con insultos, y otras fueron completamente destrozadas. La campaña fue realizada en 8 ciudades de Latinoamérica: Rosario , Lima , San Salvador , Talca , Guatemala , Bogotá, Medellín y Tegucigalpa.
Esto me hizo pensar. ¿Realmente somos tan ciegos como para ignorar la violencia que existe? ¿Realmente necesitamos de grandes estructuras para entender que es un problema real y que necesita una solución urgente? Creo que no. Creo que nos estamos negando a ver lo que está a simple vista. Creo que nos queda más cómodo hacer como que no existe, en vez de abrir los ojos y movernos por un compromiso de igualdad y de justicia.
Y después pensé. ¡Qué suerte que aún existan personas que quieran asumir estos compromisos! ¡Qué suerte que aún existan personas que luchan no sólo por sus intereses! ¡Qué suerte que todavía hay esperanzas para los que sufren!
Y concluí. No importa si tengo que adaptarme a las nuevas tecnologías. No importa si el mundo laboral cambia constantemente. No importa si siento que puedo quedarme estancada. No importa. Lo que realmente importa va más allá, y es más profundo. Lo que realmente importa está en cada uno, y en como lo quiera aplicar para generar cambios en una sociedad que parece tan injusta y muchas veces conformista. Lo importante está en utilizar nuestras herramientas en la construcción de un mundo mejor. Puede sonar cursi, pero es cierto.
Hoy lo vi en una campaña contra la violencia de género, y me sentí agradecida. Porque concientizó y generó cambios, pero además porque me mostró que no todo está perdido…
¡Qué suerte!
Les dejo un video que muestra como se realizó la Campaña "Mujeres por la ciudad". ¡Espero les guste!