miércoles, 16 de febrero de 2011

De amor y Desamores...

Cuando pensé en los temas para abrir este blog, barajé muchas opciones, pero hubo una que me perseguía constantemente. Me interesaba escribir sobre algo cotidiano, sobre algo que he vivido; siento que esa es la mejor manera de escribir, por lo menos para mí, plasmando en cada texto o “entrada” mis experiencias. Estas experiencias van de la mano con una infinidad de emociones, buenas y malas, pero emociones al fin. Emociones que todos hemos vivido, de eso estoy segura, emociones que nos han hecho sentir inmensamente felices y agradecidos, pero también, inmensamente tristes, muchas veces perdidos, con pocas ganas de seguir. Por eso decidí escribir sobre el amor y las relaciones de pareja. Porque todos hemos amado, porque todos nos hemos entregado alguna vez al más inmenso amor que hemos podido sentir, porque a veces ese mismo amor nos sorprendió y nos hizo creer en una vida de a dos. Pero como todos sabemos, nada es perfecto. Y cuando amamos, nos arriesgamos a sufrir y a vivir situaciones que no nos harán tan felices. La mentira, la infidelidad, la violencia, el engaño, la desconfianza, el miedo a estar solos, el miedo a no ser amados, son situaciones del diario vivir cuando hablamos de amor. ¿Vale la pena amar y entregarnos por completo a otra persona si corremos el riesgo de salir tan heridos? ¿Vale la pena arriesgarse? Yo sinceramente no lo sé, ni pretendo encontrar la respuesta. Creo que cada uno de nosotros debe buscarla, creo que cada uno debe saber hasta qué punto quiere o puede llegar, creo que cada uno debe vivirlo a su manera y como quiera.

También pienso en un futuro, y esa es la parte buena, cuando te ves empezando una vida junto a otra persona, cuando las palabras “matrimonio” e “hijos” no se ven tan lejanas. Cuando quieres apostar por un proyecto en común, un proyecto de a dos. Estos temas  también vienen incluidos cuando hablamos de amor, y son generalmente (además de los más convencionales) el gran paso que damos, si es que así lo queremos, para sellar un pacto entre los dos. En el que prometeremos ser sólo los dos, en el que nos respetaremos y nos cuidaremos y así, estaremos juntos “hasta que la muerte nos separe”. No es este el único camino para sellar ese “pacto”, porque éste va en cada uno, y la forma de hacerlo también.

No pretendo dar consejos, ni soluciones. Sólo quiero escribir mis experiencias, porque de alguna manera yo también necesito sanar mis heridas y encontrar respuestas a mis interrogantes, y creo que este camino podría ayudarme. Yo entiendo tanto como ustedes sobre el amor, no soy psicóloga, ni terapeuta, pero sí puedo asegurar que he vivido más cosas de las que desearía. De casi todas he aprendido, de otras no he podido sacar nada bueno, y de las menos, no he podido salir. Se han quedado en mi memoria como la fecha de un cumpleaños o el rostro de algún amigo, se han quedado ahí, quietas, como negándose a partir, negándome la posibilidad de olvidar.

Pero sé que amar vale la pena. Porque el amor no se planifica, ni hay agendas que lo organicen. El amor sólo se vive, con sus pros y sus contras, con sus días buenos y malos, con sol o con lluvia, pero se vive. Y el amor te revive, pero muchas veces te mata.

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